martes, 30 de abril de 2013

Gris es la teoría, pero... (una respuesta a Fernando Aiziczon)



Abordar un problema desde el punto de vista de la teoría (función que asignamos arbitrariamente a este blog quienes lo creamos por una decisión propia), no implica en modo alguno que se considere sencilla la resolución de ese problema desde el punto de vista práctico. Tal es el caso de las reflexiones y debates que venimos realizando a propósito de la "cuestión de la hegemonía". Para resumir, el nexo teoría-práctica se podría describir en este caso de la siguiente forma: después de la caída del stalinismo, la restauración burguesa y el apogeo de los "movimientos sociales", la cuestión de la hegemonía no puede pensarse desde presupuestos que partan de oponer "hegemonía" (de "izquierdas") a poder potencial (social) de la clase obrera. Sin pretender pronunciarnos todavía al detalle sobre las formas de resolución práctica de este problema histórico, político, estratégico y hasta nos atreveríamos a decir físico de la clase obrera, consideramos necesario desarrollar una mayor clarificación teórica, como hicimos acá y acá.

Nuestro gran amigo Fernando Aiziczon considera que esta labor es un poco ahistórica. Que si partimos de las condiciones reales actuales, no tiene mucho sentido debatir sobre cuál es la forma más correcta de plantear teóricamente la cuestión de la hegemonía, porque es impracticable en el estado actual de las relaciones entre la clase trabajadora y los movimientos sociales, va contra el sentido común, que es un sentido que tiene la fuerza de ser "espíritu de época".

En ese contexto, y en tren de pensar una nueva forma de hegemonía que contemple los movimientos sociales no obreros y a su vez sortee el atraso de la mayoría de la clase obrera, plantea varias definiciones que queremos comentar:

-Soñamos con Oriente pero despertamos en el Occidente Latinoamericano. Si bien suena sugerente, no explica lo que quiere decir. En distintos materiales de nuestra corriente hemos abordado la cuestión del peso de la democracia burguesa (rasgo "occidental") en la realidad argentina y latinoamericana. Acá y acá, también hemos tomado el tema para ubicar la revolución en la Argentina como una tarea "más difícil que en la vieja Rusia, pero más fácil que en Estados Unidos", retomando análisis de Trotsky y la Tercera Internacional sobre la diferencia entre "oriente" y "occidente". Partimos entonces de que las condiciones de lucha de los marxistas actuales son muy distintas de las de los bolcheviques, lo cual Aiziczon no ignora. Asimismo, vemos que los problemas estratégicos que antes se dividían entre Oriente y Occidente de forma un poco más rígida (aunque siempre la división fue relativa sobre todo en los momentos de más crisis y lucha de clases) tienden a generalizarse por la mayor urbanización y peso social de la clase obrera. Sobre esto volvermos luego.

-Los movimientos sociales abrieron la discusión sobre la "hegemonía posible". Esto es falso o por lo menos no es del todo cierto. La "hegemonía posible" la impuso el PC de Italia en la segunda posguerra (imitado en cierto modo por el PC francés) transformando la idea de que la clase obrera tiene que acaudillar a los restantes sectores oprimidos en una política de colaboración de clases, acompañada de "cultura socialista". Como bien decíamos en los post que linkeamos más arriba, Gramsci en cierto modo abre la puerta para esta posición porque realiza un desplazamiento teórico mediante el cual transforma la hegemonía en un bloque obrero-campesino dirigido por el partido que tiene supuestamente el punto de vista de la clase obrera y eso lo opone relativamente al poder social del proletariado, que identifica con el sindicalismo. Y más en general, toda posición que emparente a la clase obrera con una fuerza modernizante y democrática y oponga esto a la lucha de clases es una forma de "hegemonía posible". Aiziczon no se refiere a estas corrientes, porque hace un corte circunscripto a fenómenos más recientes. Sin embargo, el recorte no resulta útil para pensar la discusión desde el punto de vista de su historia concreta, con lo cual el "historicismo" de su punto de vista, se vuelve un poco "objetivista" (el contexto reemplaza a la historia previa y se transforma en algo dado).

-El problema de los movimientos sociales es que les falta una reflexión estratégica. Precisamente, la principal reflexión estratégica de los movimientos sociales no obreros que en general, salvo casos contados, les está faltando, es ¿donde está la fuerza social con la cual es una necesidad aliarse, para lograr las demandas propias e ir más allá terminando con la causa de nuestros agravios, es decir, el sistema capitalista? Consideramos estos movimientos progresivos, apoyamos sus demandas e incluso buscamos tender lazos con ellos desde las posiciones conquistadas en el movimiento obrero. Pero la principal discusión que les damos es la que poníamos a modo de reflexión ausente. Ahora bien ¿qué reflexión estratégica se puede proponer a estos movimientos si se parte de la idea (en términos absolutos incorrecta) que "la clase obrera no se mueve"? Es decir, la estrategia no consiste solamente en pensar cómo derrotar al enemigo con "lo que hay" (lo cual generalmente lleva a formas diversas de "sustituismo" de la clase obrera y que en casos extremos lleva a sustituirla por un "sujeto cualquiera" que termina con suerte en "revoluciones cualquiera") sino en cómo los sectores más activos logran hacer pie en una fuerza social real. Y en esto hay que retomar al Marx materialista que planteaba que hay que partir de lo que la clase obrera es y no de lo que cree que es donde justamente el desafío es luchar porque en determinadas condiciones pueda convertir su potencia (hegemónica) en acto o, dicho más filosóficamente, batallar porque su realidad coincida con su concepto. El peligro, sino es tener una visión "idealista" de la clase obrera y descartar (y sustituir) su centralidad porque el peso de las derrotas la sacaron del centro de la escena (aunque nunca al nivel de los que anunciaban su muerte, incluso hasta sociológica) en las últimas décadas. En esto es mejor ni llorar, ni reír, sino comprender. Justamente el arte de la política y de la estrategia, está en la preparación para la resolución de esta cuestión práctica, cuando las condiciones de crisis más agudas, mucho más posibles de lo que percibe FA, lo permitan. En nuestros país con las tendencias a la combinación de agotamiento del modelo y decadencia del "proyecto" (lo que periodísticamente llamamos "fin de ciclo") hacen no sólo posible, sino probable, que las "condiciones neuquinas" se generalicen, con todas las particularidades y tradiciones regionales. Y hasta podemos asegurar que no faltará respuesta de la clase obrera.

Apuesta estratégica y objetivo final

El apartado sobre la "hipótesis ceramista" nos parece en general que acerca posiciones y compartimos bastante de lo que dice, salvo por el hecho de que subvalúa la influencia de las peleas políticas y programáticas ( muchas de ellas junto a los compañeros clasistas independientes) para abonar la idea de tener "política hacia la comunidad", ya que si no hubiera habido una posición clara tendiente a desarrollar una práctica de características "hegemónicas", estas características no se hubieran transformado en un sello distintivo de la experiencia de Zanon y el SOECN porque no surgían naturalmente de la "cultura de protesta" del suelo neuquino. Obviamente, que todo esto se potenció por el contexto de crisis capitalista, que hacía más aguda la situación de los obreros, empujaba a la unidad con los desocupados y más en general habilitaba acciones más "radicalizadas" como tomar fábricas  ponerlas a producir, por ejemplo.

Desde este punto de vista, el debate se reduce a qué apuesta hacer. Y no se trata solamente de un cálculo de probabilidades. O Mejor dicho, quizás se trate de qué cálculos hacer y no hacer. Por ejemplo ¿es probable que movimientos ambientalistas, ecologistas, de identidades sexuales, estudiantiles, puedan acaudillar a los pobres de las grandes barriadas populares que crecieron exponencialmente en todo el mundo durante las últimas décadas? Ni el más entusiasta nuevo-izquierdista diría que sí ¿Esto quiere decir que la mayoría de la clase trabajadora considera que esa es su tarea? NO. Pero, como planteaba Marx en La Ideología Alemana“(...) no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida". El rol dirigente, la jefatura del movimiento obrero en cualquier alianza social anticapitalista no deviene de la autopercepción que la clase obrera tenga de sí, que en la mayoría del tiempo es una autopercepción ideológica, es decir, del sentido común burgués, que es el más común de los sentidos, lógicamente en la sociedad capitalista. Este rol viene de su desarrollo como movimiento real, una condición que no es suficiente, pero sí necesaria para el éxito de una empresa no sólo anticapitalista, sino que genere las condiciones para nuestro objetivo final, el comunismo. 

No se puede "saltear" la experiencia de la clase obrera

"Para nosotros el comunismo no es un estado que debe implantase, un ideal al que hay que sujetar la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual". Esta convicción de Marx en las potencialidades liberadoras, no solo de la clase, sino de toda la humanidad, es de la que partía para después pensar la política, las alianzas y la estrategia. Esto no lo convertía en un "esencialista", ya que no hubo mayor crítico del movimiento obrero real de su tiempo, que el mismo Marx. Pero su crítica tenía esta premisa, que encerraba, en última instancia el mayor descubrimiento de toda su ciencia, como sintética y humildemente lo define acá.

Pero, volviendo a la actualidad, no se le puede exigir a la clase trabajadora lo que la propia izquierda revolucionaria no se propone hacer seriamente.

Por eso, no estamos asistiendo al desarrollo de una "hegemonía deseable" ni "posible" ni de ningún tipo. Por el momento, la clase trabajadora está haciendo nuevas experiencias, algunas de las cuales le plantean la necesidad de su unidad interna y la de la alianza con los restantes sectores oprimidos. Esa alianza, tiene que ser un componente claro del "clasismo del Siglo XXI" y la responsabilidad de promoverlo es de los que se reivindican marxistas. Ahora, si la izquierda, porque la clase obrera "no es sujeto", "no se mueve", o no "presta atención a las demandas de los movimientos sociales", levanta el programa de más indemnizaciones frente a los cierres de fábricas, podemos estar seguros de que nunca va a haber nada de lo que queremos tanto nosotros como Aiziczon. Esas "prácticas" de la izquierda realmente existente no aportan, no ya a que la clase se haga hegemónica, sino ni siquiera a que responda como sujeto, es decir, a que recupere su subjetividad. En la época post-restauración la crisis no es sólo de dirección, sino también de subjetividad.

En definitiva, esa nos parece que es la dialéctica entre bases teóricas correctas y la adecuada resolución de los problemas que se plantean en esta etapa preparatoria. Sin un punto de vista "clásico", difícilmente se pueda responder bien frente al surgimiento de "lo nuevo".

JDM/FR

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